¿Cómo te tratas? ¿Es bueno autocompadecerse? Analizamos la autocompasión

¿De qué manera te hablas a ti mismo cuando cometes un error? ¿Cómo manejas las emociones de culpa y frustración? ¿Cómo interpretas el error? Es probable que tengas pensamientos como: “¿en qué estabas pensando?”, “¿cómo pudiste hacer eso?”, etc.
Queremos compartir contigo parte de lo que hemos observado como psicólogos trabajando con emociones como la culpa, la frustración y el arrepentimiento.
Primero, ¿Qué es la autocompasión?
La autocompasión suele ser interpretada como un sentimiento de lástima hacia uno mismo. Cuando recibimos por ejemplo compasión de otros, o cuando nos compadecemos a nosotros mismos, experimentamos la sensación de que estamos generando lástima o pena, lo cual nos disgusta en ocasiones. No deseamos ser identificados como parte de ese grupo que se autocompadece.
Por otro lado, hay personas que permanecen en ese estado de compasión de manera crónica y manipulativa, creyendo equivocádamente que “al estar así” les concederá derechos especiales, al punto de que quienes le rodean terminan debilitándose o terminan caendo en posiciones de salvadores. La genuina autocompasión es asumir parte de nuestra responsabilidad sin ser tan tirános con nuestra equivocación.
Cuando el sufrimiento toma la forma de posiciones existenciales estratégicas y manipulativas, casi nunca despierta la compasión natural de los demás, sino más bien su molestia, ya que bajo la convicción de que concede derechos les exige algo, les obliga a algo, les manipula.
La genuina autocompasión es asumir, aceptar, asentir (decir sí a lo que me conforma), aprender y entregarnos a nuestras emociones, para finalmente experimentar una renovación personal.
En Psicología el significado de la autocompasión implica la disposición a comprender, entender y adoptar una perspectiva más amplia sobre lo que nos ha sucedido.
Según Kristin Neff, destacada investigadora del concepto, la autocompasión implica aceptarnos y ser comprensivos en vez de ser rigurosamente críticos cuando cometemos un error (Neff, 2012).
Desde este enfoque psicológico, la autocompasión borra las ideas de “conformismo”, “resignación” o paralizar nuestra vida en el agujero negro del sufrimiento por aquello que nos ha pasado. Más bien, abraza la realidad, la vida, nuestras emociones y las decisiones que hemos tomado para convertirnos en mejores seres humanos.
5 pasos en la buena práctica de la autocompasión
Valida y comprende tus emociones y sentimientos que estás vivenciando, no las rechaces, entrégate a ellas.
Concede espacio a estas emociones; entrégate a ellas. Aunque puedan resultar incómodas y desagradables, comprende que son emociones que necesitan seguir el flujo de su naturaleza funcional, la cuál es inducirte las lágrimas, la rabia, la tristeza, la soledad, entre otras más. Intentar reprimirlas o rechazarlas solo aumenta tu sufrimiento. Lo ideas es siempre conversar con un profesional para evitar caer demasiado tiempo en estas emociones.
Reflexión: El dolor por ejemplo, es una emoción natural. En nuestra cultura el dolor tiene mala prensa porque existe la creencia de que no debemos estar tristes y además nos puede conducir a la depresión. En realidad, es a la inversa, nos deprimimos porque detenemos el flujo espontáneo de nuestros sentimientos, sean los que sean. Ninguna emoción es peligrosa en sí misma. Lo que sí es disfuncional es quedarse anclado durante mucho tiempo en alguna de ellas, ya que la cualidad de los sentimientos es ir y venir, irrumpir y desvanecerse.
Deja de ser tan duro contigo mismo(a)
Identifica tus pensamientos, tu diálogo interno, la manera en que te hablas a ti mismo acerca de lo sucedido. ¿Cómo interpretas el error? ¿Cuáles son tus pensamientos sobre ti mismo?
Es común experimentar, en los primeros instantes, pensamientos catastróficos y autoculpabilizadores, un diálogo interno repetitivo que tiende a ser autodestructivo. En estas situaciones, es probable que pensemos de manera dicotómica, utilizando términos extremos como “que tonta fuí”, “que inútil que fuí”, “fué mi culpa”, “me lo merezco”, etc. o formulando afirmaciones magnificadas como “siempre a mi”, “todo me pasa a mi”, “nunca podré”, etc. Basta de fabricar perfección!! Seguir pensándote así solo te genera más rechazo y culpa hacia ti. No eres la suma de tus equivocaciones, sino la suma de tus aprendizajes. Ahora eres más consciente y despierta(o) de cara al futuro. Así que deja ya de ser tan dura(o) contigo.
Comprende cómo era la situación en que ocurrió
Comprende las condiciones en las que se desencadenó la situación. Reconoce que eres un individuo que vive en un entorno y circunstancias específicas. Dada la situación en la que nos encontramos, no siempre es posible realizar las acciones de la manera que nos gustaría.
No te quedes solo con tus pensamientos injustos, distorsionados o irracionales.
Lenguaje y pensamiento están conectados. Las personas pensamos con palabras. ¿Hay alguna otra forma de entender la situación que te ha pasado? ¿Podría haber otra perspectiva o mirada sobre esa situación? Por su puesto que Si!
Los pensamientos irracionales son patrones de pensamiento que son ilógicos o distorsionados, y que pueden contribuir a emociones negativas y comportamientos no saludables. La idea es abordar y cambiar estos pensamientos para mejorar el bienestar emocional.
Por ejemplo, intenta cambiar algunas expresiones o pensamientos como:
Fue mi culpa por Así sucedió, así lo asumo y esta experiencia me otorga sabiduría
Esto no debería de haberme ocurrido por Esto ocurre porque es parte de la vida
Libérate del sentimiento de culpa
Si es necesario, perdónate a ti mismo(a) puedes intentar perdonarte diciendo algo tan profundo como esto: “Me libero de la culpa, pues en la imperfección encuentro la belleza de mi humanidad y la oportunidad de evolucionar.”
“El ser humano es como un albergue.
Cada mañana llega alguien nuevo.
Este es una alegría, este otro es tristeza,
allí viene la mezquindad
y aquí una chispa de comprensión.
El pensamiento oscuro, la vergüenza, lo malicioso,
puedes encontrarlos a la puerta, sonriéndote;
invítalos a entrar.
Sé agradecido con quién viene,
porque cada uno ha sido enviado
como un guía desde el más allá”.
Un artículo del Equipo de Psicología “Dar Bienestar”