El embarazo es una etapa crítica para el desarrollo del ser humano. Factores ambientales, emocionales y físicos pueden influir significativamente en el desarrollo neurológico del feto. Entre estos factores destaca el estrés gestacional, entendido como la exposición materna a situaciones estresantes que provocan respuestas fisiológicas adversas durante el embarazo. En los últimos años, diversas investigaciones han planteado la posible correlación entre el estrés gestacional y trastornos como el autismo y el trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH) (Van den Bergh et al., 2017).
La literatura científica actual propone diversos mecanismos biológicos que podrían explicar cómo el estrés materno durante el embarazo influye en el desarrollo fetal. Destacan las alteraciones hormonales, especialmente en el eje hipotalámico-hipófiso-adrenal (HHA), donde niveles elevados de cortisol materno pueden atravesar la placenta y afectar la neurogénesis, la migración neuronal y la sinaptogénesis fetal (Bronson & Bale, 2016). Además, la respuesta inflamatoria materna generada por estrés crónico puede alterar el ambiente intrauterino, provocando neuroinflamación que podría relacionarse con alteraciones neuroconductuales observadas en trastornos como el autismo y el TDAH (Van den Bergh et al., 2017).
Diversos estudios epidemiológicos han sugerido una asociación moderada pero significativa entre el estrés gestacional y el autismo. Por ejemplo, investigaciones realizadas indican que eventos estresantes severos, particularmente durante el segundo y tercer trimestre del embarazo, pueden incrementar el riesgo relativo de desarrollar autismo en la descendencia (Ronald, Pennell & Whitehouse, 2010).
En cuanto al TDAH, la evidencia científica también respalda la existencia de una correlación entre el estrés materno y este trastorno del neurodesarrollo. Investigaciones recientes muestran que altos niveles de estrés prenatal están asociados con una mayor prevalencia de síntomas hiperactivos, impulsividad y dificultades atencionales en los niños (Ronald, Pennell & Whitehouse, 2010). La exposición a estrés en etapas críticas del desarrollo cerebral prenatal podría interferir con la maduración de áreas cerebrales relacionadas con la regulación emocional y la atención, típicamente afectadas en el TDAH (Van den Bergh et al., 2017).
No obstante, es importante destacar que la correlación observada no implica causalidad directa ni exclusiva. Tanto el autismo como el TDAH son trastornos multifactoriales, donde la interacción de factores genéticos y ambientales desempeña un papel determinante. El estrés gestacional, por sí solo, raramente es suficiente para producir estos trastornos; sin embargo, puede amplificar riesgos en individuos genéticamente susceptibles (Van den Bergh et al., 2017).
En conclusión, existe una correlación creciente y científicamente respaldada entre el estrés gestacional y el riesgo incrementado de autismo y TDAH. Esto subraya la importancia crítica de cuidar la salud emocional y física de la madre durante el embarazo como una estrategia de prevención y promoción del desarrollo saludable en la infancia.
Referencias:
- Bronson, S. L., & Bale, T. L. (2016). The placenta as a mediator of stress effects on neurodevelopmental reprogramming. Neuropsychopharmacology, 41(1), 207-218. https://doi.org/10.1038/npp.2015.231
- Ronald, A., Pennell, C. E., & Whitehouse, A. J. O. (2010). Prenatal maternal stress associated with ADHD and autistic traits in early childhood. Frontiers in Psychology, 1, 223. https://doi.org/10.3389/fpsyg.2010.00223
- Van den Bergh, B. R. H., van den Heuvel, M. I., Lahti, M., et al. (2017). Prenatal developmental origins of behavior and mental health: The influence of maternal stress in pregnancy. Neuroscience & Biobehavioral Reviews, 117, 26-64. https://doi.org/10.1016/j.neubiorev.2017.07.003


